Te oigo, te veo... No me atrevo a mirarte...
Te miro (de reojo, claro, sin que sepas que lo hago).
Aunque ya es obvio, y si no lo es que lo sea!
***
Abres la puerta y entras.
***
Somos especialistas en los gestos a distancia, hasta en los gestos más pequeños.
Sonrío, o me haces sonreir. Me devuelves la mirada, la sonrisa y añades una caricia, otra mirada... Quisiera articular palabra, pero no puedo, tan sólo (que no es poco), te observo.
¿No dices nada?
A nuestro alrededor se paró el tiempo, o tal vez no. No me importa.
Suspiras... para ti sólo ha pasado silencio y tiempo, el que nos separa.
Tal vez no seas mi momento, ni yo el tuyo.
Tengo tantas ganas como miedo.
Cae mi mirada. Cierro los ojos. Ya te has ido. Siempre tienes cosas que hacer,
quisiera estar entre tus cosas...
¡Cuidado!
Es todo tan frágil que es normal que tengas miedo de romperlo, así es más fácil y tristemente más cómodo. Yo no lo pienso romper,y mucho menos sola.
Quizá lo empañe.
Quizá esta niebla sólo esté en mi cabeza.
¿Qué te digo? Podría cantarte, aunque seguro que sólo me atrevo a tararear...
Te pensaré, te pienso siempre.
Te imagino a todas horas.
No puedo dejar de dibujarte,
no consigo reflejarte,
no puedo mejorarte...
Tranparente y sencilla, no me costó verte.
Le has dado sentido a algo que no debía tenerlo.
No recuerdo cuándo esto se me escapó de las manos.
Háblame más de ti.
Has creado una necesidad:
Necesito rozarte diariamente, mirate de reojo sin que sepas que lo hago, decir algo sin pensarlo, escribirte palabras sin volverlas a leer...
***
¿Cierras la puerta
...o la dejas entornada?